jueves, 26 de mayo de 2016

Josefa Amar y Borbón y la Educación Femenina


            Josefa Amar y Borbón se destaca de entre las mujeres españolas del siglo XVIII por su participación en la vida pública como por los textos ensayísticos que escribió. Sus escritos son una contribución al debate de la educación de la mujer.

            Fue una de las mujeres más cultas de su época, como se refleja en sus propias obras. Proviene de una familia esmerada en la educación. “Aprende a la perfección lenguas clásicas, se impregna de una tradición humanística de la que hará gala después en los textos que escribe, citando a griegos, latinos y españoles clásicos.”[1] Forma parte de la Sociedad Aragonesa (a la que desearía que pudieran acceder igualmente todas aquellas mujeres que lo merecieran), la Sociedad Matritense, la Junta de Damas de Honor y Mérito y la Sociedad de Médicos de Barcelona.

            Se destaca por sus traducciones y ensayos. En 1786 publica su obra más atrevida, Memoria sobre la admisión de señoras en la Sociedad, en 1787, la Oración gratulatoria… dirigida a la Junta de Señoras y en 1790 el extenso y documentando Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres.

            El Discurso es un ensayo donde se exponen cuestiones relativas a la educación de las mujeres en la ya larga tradición pedagógica e instructiva del siglo XVIII.

            En los textos escritos por Amar, se apela a las diferencias biológicas entre los sexos, pero por encima de éstas, se insiste en las diferencias provenientes del entorno y las circunstancias. A la mujer ha tocado el espacio doméstico, pero como éste no es grato en muchas ocasiones, conviene el ilustrarse tanto para una misma, como también para los demás, en especial para los propios hijos y las propias hijas.

            Amar escribe para que no se confirme el prejuicio de que a las mujeres les interesa sólo acicalarse para exhibirse ante los hombres compitiendo con otras mujeres. Dice que en ambos sexos hay igualdad de talento, pero no todos los individuos tienen el mismo.

            Amar no pretende elogiar las virtudes de las mujeres sino combatir sus vicios. No idealiza, sino que analiza.




[1] Trueba, Virginia. “El claroscuro de las luces: escritoras de la Ilustración española”. España, 2005. P. 63

miércoles, 25 de mayo de 2016

Literatura Pedagógica del siglo XVIII

LA NOVELA PEDAGÓGICA DE MONTENGÓN

            Montengón es un auténtico educador que se sirve de la novela para transmitir su mensaje pedagógico.

            La obra de Montengón se mueve siempre entre un ideal y una realidad. El ideal, así tratado, la educación del hombre, no es una meta imposible, algo que esté situado en el reino de la utopía, sino que es alcanzable por medio de una educación adecuada, y esta pedagogía propugnada por Montengón no tiene nada de idealista.

            Promueve una serie de consejos y hasta de disciplinas aplicables a la educación. Montengón nunca pierde de vista la utopía pero dicha utopía es ya un fin que inspira al camino educativo.

            La obra destacada de Montengón se titula Rodrigo, es la primera novela romántica hasta ahora conocida, publicada en el año 1770. “Por un lado cultiva Montengón el ‘realismo épico’, que será habitual en la novela romántica, pues se documenta a fondo sobre las costumbres del Medievo, por otro lado, la protagonista Florinda es ya una de esas víctimas del amor y el melodrama que serán pobladoras indispensables de la novela europea.”[1]  





[1] P. Sebold, Russell “Ensayos de meditación y crítica literaria”, Madrid, 2004. P. 295

martes, 24 de mayo de 2016

La literatura erótica

EL JARDÍN DE VENUS

            La literatura erótica es la vertiente creadora menos conocida del siglo XVIII. Samaniego participa de esta corriente con los poemas recogidos en el Jardín de Venus, que escribió a partir de 1790.

            La relajación de los principios religiosos en el XVIII, la racionalización y relativización de antiguas normas, la libertad de costumbres sexuales, el desprestigio del matrimonio, los nuevos usos amorosos, entre otros acontecimientos, explican la abundancia de poesía erótica en el Siglo de las Luces (XVIII). Los escritos de Samaniego responden a esa filosofía.

           La estructura y forma son muy simples: endecasílabos y heptasílabos. Los protagonistas son variados.


            El Jardín de Venus es audaz y divertido, intenta provocar la sonrisa maliciosa o la risa franca en el receptor. Es una colección de poemas eróticos, satíricos y humorísticos. 


domingo, 22 de mayo de 2016

La obra literaria de Félix Mª Samaniego

LAS FÁBULAS.

           Las fábulas de Samaniego fueron escritas para que sirvieran de lectura a los alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado. Fueron publicadas en 1781 en Valencia los cinco primeros libros con el título de Fábulas en verso castellano y en 1784 apareció en Madrid la versión definitiva, titulada Fábulas morales y formada por nueve libros con 157 fábulas.

            Sus fábulas son inspiración de las obras de los fabulistas clásicos Esopo y Fedro y, también del francés La Fontaine y del inglés J. Gay. La finalidad de sus fábulas es didáctica y poseen un estilo bastante sencillo y métrica variada.


            Entre sus más destacadas fábulas se encuentran: La lechera, Las ranas que pedían rey, El parto de los montes, La cigarra y la hormiga, La codorniz, Las moscas, El asno y el cochino, La zorra y el busto y, El camello y la pulga.


Fábula: La lechera



Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!

Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola, la feliz lechera;
y decía entre sí de esta manera:

“Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío pío".

Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga”. 


“Llevarelo al mercado; sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña”.

Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera,
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.

¡Oh loca fantasía,
que palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar tu dichosa mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.

No seas ambiciosa
de mejor y más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro
mira que ni el presente está seguro.

jueves, 19 de mayo de 2016

LA POESÍA DEL SIGLO XVIII

MELÉNDEZ VALDÉS, CIENFUEGOS Y QUINTANA.

       
     Meléndez Valdés es considerado como el primer poeta del siglo XVIII. Se inicia en la poesía con el estilo elegante, aunque frívolo y superficial, de las Eglogas y las Odas, que siguen la tradición anacreóntica. La naturaleza es galante, el amor sensual y el ritmo alegre. Hay frecuentes referencias mitológicas y una exaltación del mundo de los sentidos.
            Más tarde con las Epístolas, evoluciona a un estilo más profundo, de mayor contenido moral. Su visión de la naturaleza se hace más melancólica, hasta servir de base a meditaciones graves. Es un anticipo a la tendencia romántica que entrará con fuerza en el siguiente siglo.




          
  La poesía de Nicasio Álvarez de Cienfuegos se ubica entre el neoclasicismo y el prerromanticismo español.  Cienfuegos se inicia en el ejercicio de la poesía de la mano de su amigo Meléndez Valdés, del cual se aprecian clarísimas influencias. En un segundo momento, a partir de 1787, se puede apreciar cómo poco a poco la poesía de Cienfuegos se va liberando de la tendencia neoclásica y toma una nueva dirección. Se encuentran en esta época la combinación de los ideales denominados prerrománticos, se destacan temas humanitarios, de igualdad, libertad, justicia, amor al progreso, amistad, fraternidad universal, etc., con algunos de los que imperarían en la época romántica (soledad, muerte, desengaño amoroso, despedida de los amantes, la noche, etc.).



            La poesía de Quintana (Manuel José Quintana) es casi toda de tema cívico, moral, patriótico o político, de inspiración fundamentalmente neoclásica, pero muy próxima al Prerromanticismo en algunos momentos. Se destaca por su tono en exceso declamatorio de sus versos y la abundancia de epítetos.

domingo, 8 de mayo de 2016

EL TEATRO DEL SIGLO XVIII

RAMÓN DE LA CRUZ Y GARCÍA DE LA HUERTA.

            El teatro ocupa un lugar preeminente en el ámbito socio-cultural del siglo XVIII, la preocupación por el teatro se manifiesta en tres niveles:
1.    El interés del público.
2.    El debate teórico.
3.    La protección oficial.
           
            El tipo de teatro que se produce en el siglo XVIII se distingue de las formas y temas del teatro barroco (Siglo XVII), en donde se gozaba del favor de un público popular y mayoritario. Se intentó construir un teatro neoclásico, que fue dirigido a un sector de minorías ilustradas.

            Se trata de un teatro sometido a las reglas que emanaban de modelos teatrales franceses. Las representaciones debían proporcionar al público placer estético, entretenimiento y utilidad, al mismo tiempo que debían contribuir a la reforma cívica y social del país, que se había propuesto la Ilustración.  En términos generales puede afirmarse que la instauración de un teatro neoclásico en España fracasó porque nunca gozó del favor del público.
            Sin embargo a la par, existió un teatro popular, de tono menor, que contó con el aplauso del público. Aquí se destaca el teatro de Ramón de la Cruz y García de la Huerta.


            García de la Huerta utilizó el molde neoclásico, pero construyó una tragedia de asunto nacional. La acción de la obra se desarrolla linealmente, sin acciones secundarias que interrumpan la principal.            


jueves, 5 de mayo de 2016

Temas y problemas de la literatura dieciochesca

         Recibe el nombre de literatura dieciochesca a la que predomina en el siglo XVIII en España.

 
      Se pueden diferenciar tres tendencias:
a)    La clasicista o neoclásica.- heredera del clasicismo que se  desarrolló en forma simultánea al barroco, en el siglo XVII.
b)    La ilustrada: se vincula a la corriente filosófica e ideológica de la Ilustración y la Enciclopedia.
c)    La prerromántica.- rechazaba la estética neoclásica y es el antecedente del romanticismo del siglo XIX.

           Durante el siglo XVIII se produce en Europa un cambio importante en todos los órdenes; es el siglo de la Ilustración (movimiento nacido en Francia que tenía como finalidad divulgar el saber, fomentando el espíritu crítico y el culto a la razón).
            Valores y conceptos que precedían a la sociedad del Barroco entran en crisis y poco a poco van desapareciendo.

            España se hundió en la decadencia,se instaura en el Poder la dinastía borbónica. La política desarrollada por los Borbones es la fiel representación del modelo del Antiguo Régimen: el absolutismo, donde el rey controla todo lo que se encuentra bajo su poder y es la fiel encarnación del Estado. Los Borbones introdujeron en España los modelos administrativos franceses.

            Lo que concierne a la literatura ilustrada, ésta se caracteriza por ser preferentemente crítica y didáctica. El género dominante es el ensayo, que permite la libre exposición del pensamiento y de distintos contenidos ideológicos. Para la literatura se inicia una época en que los escritores son cultos, curiosos y fecundísimos e infatigables trabajadores.

            “De 1680 a 1750 aproximadamente, fuera de las universidades que se niegan a aceptar cualquier novedad, pequeños grupos de hombres, grandes señores, eclesiásticos cultivados, eruditos e intelectuales de origen a veces modesto, discuten en reuniones periódicas (tertulias) sobre ciencia y filosofía nuevas, sobre historia y literatura.”[1]   

            Las características de la literatura dieciochesca son:

Ø  Utilitarismo: predominio de la razón sobre el sentimiento o la imaginación. Se abandona la idea del arte por el arte: la literatura debe buscar la verdad, no la belleza.
Ø  Finalidad didáctica: se vuelve al principio clásico de “enseñar deleitando”. La literatura debe educar y ayudar a dar formación al pueblo.
Ø  Se estudia a los clásicos para determinar las reglas de los géneros literarios.
Ø  El artista debe buscar la claridad, la sencillez y el buen gusto.



[1]Canavaggio, Jean “Historia de la literatura española: El siglo XVIII, volumen 4. El siglo XVIII”, Barcelona, 1995. P. 11