MELÉNDEZ VALDÉS, CIENFUEGOS Y QUINTANA.
Meléndez
Valdés es considerado como el
primer poeta del siglo XVIII. Se inicia en la poesía con el estilo elegante,
aunque frívolo y superficial, de las Eglogas
y las Odas, que siguen la tradición
anacreóntica. La naturaleza es galante, el amor sensual y el ritmo alegre. Hay
frecuentes referencias mitológicas y una exaltación del mundo de los sentidos.
Más tarde con las Epístolas, evoluciona a un estilo más
profundo, de mayor contenido moral. Su visión de la naturaleza se hace más
melancólica, hasta servir de base a meditaciones graves. Es un anticipo a la
tendencia romántica que entrará con fuerza en el siguiente siglo.
La poesía de
Nicasio Álvarez de Cienfuegos se ubica entre el neoclasicismo y el
prerromanticismo español. Cienfuegos se
inicia en el ejercicio de la poesía de la mano de su amigo Meléndez Valdés, del
cual se aprecian clarísimas influencias. En un segundo momento, a partir de
1787, se puede apreciar cómo poco a poco la poesía de Cienfuegos se va
liberando de la tendencia neoclásica y toma una nueva dirección. Se encuentran
en esta época la combinación de los ideales denominados prerrománticos, se
destacan temas humanitarios, de igualdad, libertad, justicia, amor al progreso,
amistad, fraternidad universal, etc., con algunos de los que imperarían en la
época romántica (soledad, muerte, desengaño amoroso, despedida de los amantes,
la noche, etc.).
La poesía de Quintana (Manuel José Quintana) es casi toda de tema cívico, moral,
patriótico o político, de inspiración fundamentalmente neoclásica, pero muy
próxima al Prerromanticismo en algunos momentos. Se destaca por su tono en
exceso declamatorio de sus versos y la abundancia de epítetos.
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