El Realismo es una corriente estética de
las artes que prevalece en toda Europa durante la segunda mitad del siglo XIX y
tiende a representar lo real y lo concreto, evitando cualquier tratamiento
realizador o subjetivo.
Mientras que el Romanticismo busca la fuente de inspiración en el mundo interior,
el Realismo pretende reflejar la
realidad externa de forma objetiva y despersonalizada por medio de la
observación y la documentación. Su género principal es la novela.
Los cambios sociales que se producen
en el siglo XIX llevan a la burguesía a convertirse en la clase dominante, de
su época. El Realismo refleja, por lo
tanto los intereses de la burguesía. Se deja el sentimentalismo e idealismo
romántico y se tratan temas más cercanos al entorno inmediato. Los héroes apasionados
e idealistas de la literatura romántica son sustituidos por personajes comunes,
de clase media, que viven conflictos propios de su época y con los que el
lector se identifica.
El Naturalismo es una corriente iniciada en Francia por el novelista
Émile Zola, “extiende su descripción a las clases más desfavorecidas, intenta
explicar de forma materialista y casi mecanicista la raíz de los problemas
sociales y alcanza a hacer una crítica social profunda.”[1]El Naturalismo es la culminación del Realismo.
Se considera que el Naturalismo es una evolución del Realismo. La mayoría de los autores
realistas evolucionan hacia esta nueva corriente. En la narrativa española,
resulta difícil distinguir entre Realismo
y Naturalismo, pues de éste
último sólo se encuentran algunos ejemplos en la novela de Galdós y en algunas
páginas de Clarín, así como las novelas de Emilia Pardo Bazán La tribuna (refleja la vida dura de una
fábrica), Los pazos de Ulloa y La madre Naturaleza (recogen gente y
paisajes gallegos, traspasados por pasiones violentas).
[1]
Moreno, Emérita. “Introducción al Realismo y Naturalismo en la novela del Siglo
XIX”, Sevilla, 2007. P. 24
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